ÁNGEL
Cuando el Viejo Testamento fue traducido al griego, este era el lenguaje
más común durante esa época. La palabra ÁNGEL en hebreo es "MALAKH" y los traductores bíblicos
encontraron dos palabras griegas que podían ser usadas en la traducción. Una de
ellas. "ANGELOS", significaba un mensajero común, no necesariamente
angelical. La otra palabra, "DAIMON", significaba un espíritu que
podía influir para bien o para mal en una persona. Pero debido a que un "DAIMON"
De "ANGELOS" fue derivada la palabra ÁNGEL que es la que comúnmente
se usa para definir a estas entidades celestiales. Con el transcurrir del
tiempo la palabra griega "DAIMON" pasó a representar solamente a
espíritus maléficos y fue así que la palabra demonio fue añadida a nuestro
vocabulario. La palabra griega "EXOUSIA", que se traduce a veces como
poderes y otras veces como virtudes, los cuales son de los coros angelicales,
se utilizan en la versión griega del Nuevo Testamento para indicar a los
Ángeles. Por ejemplo, cuando San Pablo se refería a los Ángeles los llamaba
"EXOUSIA", o poderes
CREACIÓN DE LOS ÁNGELES
De acuerdo a fuentes canónicas todos los ángeles fueron creados simultáneamente por Dios. Y por esto los ángeles son seres inmortales pero no eternos ya que la eternidad es un atributo que solo le pertenece a Dios. Al final del universo, cuando se extingan todos los soles y todas las estrellas y galaxias, los ángeles también se extinguirán, pero mientras exista el universo su existencia es permanente.
Los ángeles son superiores a los seres humanos y fueron dotados de una gran inteligencia al ser creados. En el momento de la creación Dios dotó a los ángeles y a Adán con voluntad propia y libre albedrío. Adán retuvo esta libertad de acción, pero los ángeles renunciaron a ella, entregando su voluntad al Creador. Es por esto que el ángel es un ser de tal dedicación a la voluntad divina. Los ángeles que decidieron retener su libre albedrío pecaron finalmente contra el Creador y su pecado primordial fue el del orgullo. Estos son los ángeles caídos.
La función principal de los ángeles es adorar a Dios y llevar a cabo sus mandatos en la tierra y el universo. Entre sus otras funciones están la de proteger a los fieles, castigar la maldad y destruir el poder de los espíritus maléficos. Al nacer, a todo ser humano se le es asignado un ángel guardián, quien permanece junto a esa persona mientras ésta obedece los designios divinos. A menudo sirven como intermediarios entre Dios y la humanidad.
La Angelología nos enseña que existe una clase especial de ángeles llamados las Ephémeras o Efémeras, que son creados por Dios al comienzo de cada día para que entonen el Triságono Sagrado o Te Deum. Tan pronto terminan de cantar las alabanzas al Creador, las Efémeras retornan a formar parte de la luz divina.
LA CORTE CELESTIAL
Según Enoch, todas las mañanas Dios pasa juicio sobre la humanidad en la Corte Celestial con todos sus Ángeles Ministros. Solo los Príncipes Angelicales que llevan el nombre sagrado de Dios, YHVH, pueden hablar en la Corte de Dios. Alrededor de la Divina Presencia están los dos Guardianes y los dos Seres Sagrados que son los concejales divinos. Radweriel YHVH pone en las manos de Dios el pergamino donde están escritos sus decretos y el Creador los pone frente a los escribanos para que los lean a los Celestiales. Entonces Soperiel YHVH abre los libros de la vida y de la muerte.
Dios está vestido con una túnica de rectitud, blanca como la nieve y más resplandeciente que un millón de soles. Su cabello es blanco como el algodón. Cada acción en la Tierra y en el universo entero es detallada y un juicio perfecto es pasado sobre ella. El juicio de Dios es perfecto porque está formado de Justicia, Compasión y Verdad. La Compasión está a su izquierda, la Justicia a su derecha y la Verdad frente a él. Estas son representadas por las tres columnas del Árbol de la Vida.
El trono divino está sostenido por las criaturas sagradas conocidas como Hayyoth, los Poderes, cada una de las cuales lo sostienen con 3 dedos.
Frente al trono celestial hay un cortinaje donde están escritas todas las generaciones de los seres humanos y todos los actos llevados a cabo por cada persona hasta la ultima generación. Esto indica que aunque Dios concedió el don del libre albedrío al ser humano, debido a su omnisciencia, él sabe cuáles van a ser las acciones de cada persona durante toda su vida en la Tierra.
De acuerdo a Enoch, cuando Dios se sienta en el Trono del Juicio decide quien va a vivir o a morir ese día. Los Ángeles de la Compasión estén a su derecha, los Ángeles de la Paz están a su izquierda y los Ángeles de la Destrucción están frente a él. Un escribano está debajo del Trono y otro escribano sobre éste. Los Serafines, cubiertos de gloria, rodean el Trono con paredes de relámpagos en sus cuatro lados y los Ofanim rodean las paredes como antorchas de fuego. Frente al Trono están las huestes celestiales del Séptimo Cielo, regidas por Miguel, y sus números suman cuatrocientos noventa y seis millares de ejércitos y cada ejercito contiene la misma cantidad de ángeles de luz. Todos se paran frente al Trono en cuatro filas y un Capitán Angelical está al frente de cada fila. Todos los ángeles cantan el Triságono Divino.
Cuando terminan de cantar sus alabanzas, los ángeles se transforman en chispas y llamas de luz; "miles de miles" toman formas femeninas y la misma cantidad toma formas masculinas y todos tiemblan de amor y de temor ante la Gloria de Dios.
Cuando el espíritu humano llega frente al Trono de Dios y recibe su Gracia, un rayo de luz surge de la Compasión Divina y se detiene frente a él. El espíritu cae postrado al instante frente a Dios y todos los Ángeles de la Destrucción se alejan del espíritu porque ha alcanzado el perdón de Dios.
A pesar de que hay un balance perfecto en el juicio de Dios, este siempre se inclina a la Compasión, porque es en esta que ha establecido su Trono.
Hay setenta y dos príncipes angelicales que llevan el nombre del Creador y todos ellos están presentes en cada juicio.
Metatrón, que es el Príncipe Guardián de este mundo, está presente también ya que es quien intercede a favor de la humanidad y pide a Dios misericordia para ésta.